El
Zodíaco es el símbolo fundamental del lenguaje astrológico. Es la matriz
ordenadora donde el resto de los símbolos se organizan.
Cada
uno de los signos del Zodíaco tiene un significado que depende de los otros
símbolos. Es una estructura compleja en la cual ninguna pieza es independiente
de la otra.
De esta
forma, una consciencia humana que se dedica al estudio de estos símbolos
realiza un viaje de complejización en la comprensión de todos ellos a la vez,
aunque esté focalizándose aparentemente en uno solo, debido a la lógica
holográfica que los rige.
Si
meditamos acerca del signo de Cáncer, por ejemplo, estaremos meditando acerca
de todos los signos que, junto a él, forman parte de la Cruz Cardinal, en la
dimensión mandálica del Zodíaco, esto es Aries, Libra y Capricornio. Pero
también estaremos comprendiendo al signo que le precede y sucede en una mirada
diacrónica, esto es Géminis y Leo. Y a la vez, si meditamos en Géminis y Leo
estaremos meditando nuevamente, o simultáneamente mejor dicho, en los signos
que completan la cruz de la que forman parte.
Con lo
cual, sea por donde sea que ingresemos al zodíaco, debemos saber que será solo
una puerta de entrada, pues una vez que la atravesemos la información podrá
llegar a nosotros como una estructura indisoluble.
Veamos
con qué nos encontraríamos al entrar al zodíaco por la puerta de Cáncer.

En
Cáncer estamos en el mundo conocido y familiar, en el cual, el deseo
creativo que se encuentra con su polo opuesto en danza complementaria
(Aries-Libra) toma una forma estable que llegará a desplegarse hasta el máximo
de sus posibilidades llegando a un clímax (Capricornio).
Claro
está que la cualidad canceriana, así como la función de su planeta regente, la
luna, al igual que cada signo del zodíaco, representa un talento que es a la
vez detrimento, dado que, estructuralmente, posibilita algo a la vez que impide
otra cosa. Para esas otras cosas están los demás signos, por eso el Zodíaco es
una estructura formada por sub-estructuras incompletas y complementarias, es
decir, vinculares.
El
signo de Acuario, por su parte, sería la cualidad más distante a la canceriana
en el Zodíaco. Estrictamente, en la estructura circular, el signo de
Capricornio se encuentra a 180° de distancia, la distancia mayor posible dentro
de un círculo, lo cual lo convierte en su opuesto complementario. Sin embargo, justamente
por ello, ambos forman una estructura de polos indisoluble y por eso
consideramos energéticamente más distante a las energías ubicadas en un aspecto
de 150° o quincuncio. De esta manera tanto Acuario como Sagitario quedan a una
distancia de Cáncer por lo menos incómoda. A su vez, desde el punto de vista
diacrónico o secuencial en el sentido del zodíaco de Aries a Piscis a través de
Tauro, encontramos a Acuario más distante que Sagitario.
Acuario
entonces, nos habla, como opuesto complementario de Leo, de lo que está
más allá de lo singular e individual, personal o egoico, pero que no es la
comunidad cerrada de dónde esa singularidad ha emergido, no es un grupo previo
a la consciencia individual desde su punto de vista, sino posterior o simultáneo.
En Acuario no hay una división entre lo que está protegido adentro y un afuera
hostil. Acuario es la ausencia de división entre el adentro y el afuera, no hay
una entidad vulnerable a proteger, es la continuidad de circulación de
información. La red que produce el encuentro de diferencias creativas. Si en
Leo, la regencia del Sol, nos remite a la idea de centro, en Acuario estamos
ante la evidencia de un cielo más vasto donde la inteligencia de la
constelación es un conjunto de expresiones explosivas, diferentes y
coordinadas.
La
diferencia entre el nido canceriano y la red acuariana se hace evidente. Pero,
profundamente podemos encontrar el hilo conductor que las une en pos de la
complejización del sistema.
El paradigma espiral de complejización de la Consciencia.
Podríamos
representar el proceso de lo que llamamos complejización de la Consciencia con
el diseño del espiral. Partiendo desde la figura del círculo, como símbolo de
lo completo, pero que nunca se cierra del todo, dado que deja espacio para lo
nuevo y pasa así a otra dimensión o nivel de complejidad. En el punto en el
cual parece que el círculo va a cerrarse y repetir su mismo circuito, se
produce un salto o cambio de dimensión. El diseño espiralado lo encontramos
en la naturaleza como un patrón de movimiento-crecimiento, observable,
por ejemplo, en el desplazamiento de los cuerpos celestes en el espacio, los
recorridos del agua, la disposición de los pétalos en las flores y la
circulación de energía en el cuerpo humano.
Así,
Acuario sería el punto de desfasaje ante el posible cierre del círculo, que
permite el despliegue del proceso en una nueva dimensión. Cáncer, habiendo
pasado por Acuario (si lo pensamos diacrónicamente) o teniendo en cuenta su
existencia en forma simultánea, se ve obligado a ampliar los límites de
su pequeño y excluyente mundo cerrado para nutrir y cuidar en lo abierto.
En un
psiquismo humano esto sería permitir que caigan los sistemas de defensa que
construimos ante lo que se nos aparece como peligroso, lo que muchas veces se
constituye como sistemas de ataque. La violencia, la competencia, la
necesidad de ocultar y mentir, el apego a lo “mío” que necesita la destrucción
de lo “tuyo” en tanto lo amenaza, son sensaciones tóxicas y destructivas que
plagan nuestro planeta por una identificación rígida de la consciencia con la
vibración canceriana que no incluye a Acuario.
En un
grupo humano cerrado o lo que venimos llamando nido, la sensación de apertura
suele darse con cuentagotas. Dejamos pasar alguna diferencia creativa que ingrese
en nuestro sistema cerrado, de ahí los arquetipos asociados a Urano, regente de
Acuario, como el diferente de un sistema homogéneo, el marginal, el loco, el
extranjero que llega de visita como representaciones posible de lo acuariano
para un sistema canceriano. Lo mismo sucede en el psiquismo, lo nuevo es el
insight, la idea creativa que llega como un rayo, la locura como ruptura de la
homogeneidad o la alteración de una continuidad y destrucción del centro
organizador.
Hasta
el momento actual del proceso de evolución de la consciencia, éstas son las
formas que puede tomar la energía acuariana en un sistema canceriano, y las
reducidas posibilidades de renovación o apertura de la vibración canceriana.
Sin embargo, la consciencia humana tiene hoy, en el marco de lo que denominamos
Era de Acuario, haciendo referencia a la cualidad dominante del ciclo
astrológico de 25000 años que estaríamos transitando (o cercanos a transitar)
la posibilidad de que lo canceriano se “acuarianice”, es decir, de establecer lazos
de afecto e intimidad con lo diferente, de mantener los sistemas abiertos sin
necesidad de cerrarlos porque la seguridad y protección se encuentra en la
circulación de contacto genuino en la red sin borde ni exclusión de ninguna
índole.
Las
tecnologías que posibilitan el intercambio de información afectiva a la
distancia, las redes sociales, los diferentes modelos de familia que comienzan
a generarse a partir de los divorcios, adopciones, la diversidad de género, las
paternidades/maternidades compartidas, las novedades en materia de reproductiva
son manifestaciones en el plano concreto de que la vibración canceriana puede
encontrarse como cualidad en otras formas, es más, en lo que no tiene ninguna
forma fija sino que es constante circulación y fluir.
Sin
embargo, las modificaciones en la forma, que se observan en la complejización
de la estructura social e incluso a nivel ideológico-mental, pueden llegar aún
más lejos y posibilitar la complejización de la manera de sentir. La revolución emocional, como
un título que podría sintetizar la unión de Cáncer y Acuario, implicaría que se
modifiquen en los cuerpos concretos de los seres humanos, sensaciones,
emociones y sentimientos. El plano emocional, con su correlato físico en
términos de circuitos químicos activos en el cuerpo, parece ofrecer la mayor
resistencia al cambio. ¿Es posible que emerjan nuevas emociones? ¿O que
desaparezcan aquellas emociones automáticas que se despiertan en nuestros
cuerpos como respuesta a condicionamientos antiguos heredados de nuestro pasado
animal? Tal vez, éste sea el mayor desafío para las vibraciones de Cáncer y
Acuario en su encuentro, compenetrarse hasta un punto tal en el que surja lo
nuevo en todos los planos.

El
aprendizaje será soltar el control y el deseo de ganar para que el afecto
humano, cualidad básica de Cáncer, se desparrame a través de los circuitos de
la red eléctrica acuariana y llegue así, a todos sin exclusión para que
podamos sentir al fin que somos
la humanidad. Así, como reza la conocida frase, el mundo será una
aldea. Y a la inversa, que la electricidad de acuario inunde de luz los tejidos
celulares humanos que reproducen patrones idénticos vida tras vida, para que
cada cuerpo sienta emocionalmente que es el tejido de una red por la cual
circula el Amor.
Eso
será el signo de Cáncer en la era de Acuario.
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